El agua se perfila como uno de los orígenes de los grandes conflictos geopolíticos del siglo XXI. Según los especialistas, para el año 2025 la demanda de agua será un 56 % superior a la capacidad de suministro, dando poder o haciendo vulnerable a quienes tengan control sobre ella. Alrededor de esta realidad se han desarrollado, al menos, dos argumentos :
el que sostiene que el agua debe ser considerada un bien de consumo, comercializable en el mercado ; y
el que defiende que el agua es un bien asociado al derecho a la vida, y por lo tanto está enmarcado dentro de la categoría de derecho humano, investido de sus características : un derecho innato, inalienable e innegociable.
En la discusión también entran elementos vinculados a la soberanía nacional y a los instrumentos legales.
Los seres humanos somos esencialmente agua. Alrededor de dos terceras partes de nuestro organismo están compuestas de agua. Un 75% de nuestro cerebro está constituido por agua, y el agua es el principal vehículo de las transmisiones bioquímicas de nuestro organismo.
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. En ella se enumeran los derechos que hacen posible vivir “libres del miedo y la miseria” y los que atañen a la dignidad humana…. pero no menciona entre ellos el derecho al agua.
Se incluyeron los derechos de todas las personas a la igualdad ante la justicia, a la educación básica, al trabajo, a la vivienda, a la vestimenta, entre otros. El 28 de julio de 2010, y tras quince años de debates, la Asamblea General de Naciones Unidas, ha declarado que el agua potable y el saneamiento son Derechos Humanos esenciales. Han sido 124 Estados los que votaron a favor, 0 en contra y 41 abstenciones. Entre los abstencionistas se encuentran EEUU, Suecia, Dinamarca, Canadá, Japón, Australia y el Reino Unido.
El texto declara "que el derecho a un agua potable limpia y de calidad e instalaciones sanitarias es un derecho humano, indispensable para gozar plenamente del derecho a la vida”. Conviene recordar el hecho de que 884 millones de personas en el mundo no tienen acceso a un agua potable de calidad y que más de 2.600 millones no disponen de instalaciones sanitarias básicas. Alrededor de dos millones de personas, la mayoría niños, mueren cada año por enfermedades causadas por el consumo de agua no potable y la falta de instalaciones sanitarias. Cada año más de 3 millones y medio de personas mueren por enfermedades transmitidas por agua contaminada. La diarrea es la segunda causa más importante de muertes de niños por debajo de los 5 años. En todo el planeta, en sólo un día, más de 200 millones de horas del tiempo de las mujeres se consumen en buscar y transportar agua para sus hogares.