La primera vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas se celebró el domingo 2 de octubre. El presidente saliente, Jair Bolsonaro, obtuvo el 43,2% de los votos frente al 48,4% del expresidente Lula [1]. Un resultado ajustado, que es preocupante y deja en duda los resultados de la segunda vuelta que tendrá lugar el 30 de octubre. Este momento es un punto de inflexión para la selva amazónica y los pueblos indígenas, y de hecho para la gobernanza de la tierra y los recursos naturales en Brasil.
La emergencia va mucho más allá de las fronteras del país. Bajo el mandato de Bolsonaro, la deforestación en el "pulmón de la humanidad" ha alcanzado su nivel más alto desde 2008 [2]: 13.000 km2, es decir, algo más que la superficie de Île-de-France (12.012 km2). Ahora avanza al alarmante ritmo de un millón de hectáreas al año.
Bolsonaro ha levantado los límites al desarrollo del agronegocio, poniéndose totalmente al servicio del agronegocio al que se refiere como su "jefe". Le ha garantizado inmunidad de facto, lo que fomenta la deforestación ilegal para los grandes cultivos y la construcción de proyectos mineros e hidroeléctricos incluso en las tierras de los pueblos indígenas.
Una de las promesas electorales de Bolsonaro en 2019 fue que "no daría ni un centímetro más de tierra a los pueblos indígenas". Ha cumplido su palabra... Sus políticas en materia de agronegocios han fomentado el acaparamiento de tierras y las violencias. La superficie afectada por el acaparamiento de tierras aumentó un 45% entre 2018 y 2021, hasta los 71 millones de hectáreas. Según la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), entre 2018 y 2021, el número de conflictos por la tierra aumentó un 12,5% [3], y las ocupaciones ilegales en tierras indígenas aumentaron un 141%.
Estas violencias provocaron el asesinato de 430 indígenas entre 2018 y 2021 [4]. Más de 60.000 familias campesinas se han visto afectadas por estos conflictos de tierras en los últimos tres años. Esta violencia es directamente atribuible al debilitamiento de la capacidad de las organizaciones dedicadas a la preservación del bosque y a la defensa de las comunidades indígenas y campesinas.
aGter apoya a las organizaciones brasileñas que luchan por los derechos de los campesinos y los pueblos indígenas. La importancia ecológica mundial de la selva amazónica exige que el futuro gobierno brasileño asuma el reto.
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