Al día siguiente de la huida de Zine El Abidine Ben Ali, el 14 de enero de 2011, los Tunecinos tomaron conciencia al despertarse de los enormes desafíos que tenían que enfrentar para satisfacer sus necesidades básicas previamente identificadas: "dignidad y pan". La realidad salió a luz, especialmente en lo que se refiere a la gestión de los recursos naturales y sobre todo la del agua. El agua es relativamente escasa, y cara en el país. Tunicia se volvió estructuralmente dependiente del exterior para su abastecimiento en alimentos. Es el producto de una historia caracterizada por repetidas políticas económicas y agrícolas contrarias a los intereses de los productores familiares. Pero al mismo tiempo, paradójicamente, el agua se malgasta y se contamina, a tal punto que se pone en peligro el futuro de las próximas generaciones.
Mientras se cuestionaban los conocimientos acumulados por los científicos y se ponía en duda la calidad de los datos publicados (ver el articulo del 27-04-2011), la sociedad civil ha empezado a formular propuestas constructivas.
El "manifiesto para la inclusión de principios de gestión sostenible y democrática del agua en la nuevas constitución" (ver el blog), publicado en junio del 2012, presenta tres propuestas a la sociedad tunecina. La nueva constitución debería reconocer que :
el agua es un patrimonio común
el agua y el saneamiento son derechos humanos fundamentales
la gestión del agua debe estar bajo control democrático desde el nivel local hasta el nivel nacional
Sin menospreciar las enseñanzas del pasado, la idea es de satisfacer la aspiración de todos a la dignidad y al pan. Afirmar que el agua es un patrimonio es decir que en primer lugar todos los ciudadanos deben comportarse de forma responsable con este recurso - condición sine qua non para poderlo transmitir a las generaciones futuras, y en segundo lugar, que el Estado no es propietario del agua y no puede tener la libertad de abusar de un bien que es de todos (ver el articulo de Ugo Mattei). Las instancias públicas deben de estar al servicio del pueblo soberano, y no al revés. Mientras reaparecen en Tunicia conflictos abiertos sobre la tierra y el agua, estos mismos que han sido los catalizadores de la revolución, y porque el derecho a la vida, el primero de los derechos humanos, depende de la gestión patrimonial del agua, la incorporación de estos principios en la Constitución es a la vez pertinente y urgente.
Estas evoluciones en Tunicia se hacen eco de problemas frecuentes en el mundo entero. Si la tierra es objeto de acaparamientos cada vez más importantes, que hemos tratado ampliamente en los trabajos de AGTER, el agua es también objeto de fenómenos similares. Debemos reexaminar seriamente los mecanismos de gobernanza del agua. Los retos son enormes, tanto como los intereses que se enfrentan alrededor del agua. Lo verificamos recientemente con la realización en Marsella en marzo 2012 del Foro Mundial del Agua, une manifestación dominada por empresas multinacionales, y del Foro Alternativo Mundial del Agua, que milita por el reconocimiento del agua como un bien común.
El trabajo que queda por hacer es considerable. Con la toma de control de numerosos recursos de agua por algunos, las evoluciones relacionadas con el cambio climático y la la presión creciente de las ciudades y de las industrias, es urgente encontrar verdaderas respuestas. La cuestión del acceso al agua para los pequeños productores, agricultores y pastores, y para los pescadores casi no esta presente en los grandes debates actuales. AGTER comenzó a trabajar sobre este tema en el marco de Coordinación Sur con tres otras organizaciones no gubernamentales francesas, AVSF (Agrónomos y Veterinarios Sin Fronteras), el CCFD-Terre solidaire y el GRET. Usted podrá encontrar en este boletín los primeros resultados de este trabajo.
Denis Pommier es miembro fundador y miembro del Consejo de administración de d’AGTER
Los artículos y vídeos que se presentan a continuación en francés, español e Inglés son diferentes de un idioma a otro.
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