¿Estremecimientos en América Latina?
Marcha por la Tierra en Guatemala, Marcha por la Vida en Ecuador, Marcha por el Tipnis en Bolivie...¿se trata de una simple coincidencia en la manera de protestar de las orgnizaciones indígenas en América Latina, una especie de atavismo de la marcha de protesta, o bien podemos detectar relaciones entre estos eventos de los últimos meses?
Además del hecho de que se trata sin duda de un modo de protesta bastante eficaz, ya que normalmente no violento, que permite además una muy buena cobertura mediática, lo que se puede constatar es que, en todos los casos, se trata de marchas para llamar la atención de los poderes públicos y de la opinión sobre la situación de acceso a los recursos naturales y de la tierra. Una marcha para protestar contra el endeudamiento ligado a la entrega de tierras, contra la expulsión de comunas de sus tierras en conflicto y contra los proyectos de explotación minera en Guatemala, una marcha para protestar asimismo contra los proyectos mineros en Ecuador, y una marcha para protestar contra el proyecto de creación de una carretera que atravesaría un área protegida, poniendo en peligro el modo de vída de las poblaciones indígenas del entorno en Bolivia.
Por lo menos en Bolivia y Ecuador, estas protestas intervienen cuando los países son dirigidos por gobiernos que se presentan como gobiernos progresistas, con discursos casi revolucionarios, y son protagonizados por organizaciones campesinas e indígenas que deberían lógicamente ser los aliados de estos procesos de transformación política.
No son estos discursos políticos los que están cuestionados, mas sí un modelo económico que continúa viendo en la exportación de materias primas (con los minerales en primer lugar) la fuente principal de financiamiento de dichos países, que no toma suficientemente en cuenta las opiniones de las poblaciones involucradas, sin dudar en reprimirlas para hacerlas callar, llevando a la población a organizar marchas!
Nos gustaría poder decir que estas protestas pacíficas son un primer estremecimiento que prepara la llegada de un nuevo modelo económico que tomará más en cuenta los recursos naturales y las poblaciones, pero eso sería seguramente pecar por optimismo. Por lo menos muestran la voluntad de las poblaciones locales de no dejar su futuro entre las manos de los inversores internacionales.
Michel Laforge es miembro de aGter.
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